Torrente
de vida que acompañas mis días y sombras,
llévame
a la luz real de la sabiduría omnipresente,
guaréceme
en la espesura de tus verdes entrañas,
despierta
en mí la nobleza de tu esencia dormida.
Desde
la llanura de valles y desiertos adyacentes,
subiré
sobre la cuesta de caminos tortuosos,
panorama
silente en gélidos suspiros,
abraza
mis temores, turba mis sentidos.
Visiones
extremas, paraísos ignorados,
aliento
de ángeles perdidos en el tiempo,
roca
que horada otra roca, que acorta la vida,
y
que renace con el fulgor del Eterno Compasivo.
Paradigma
místico y amor real llevado a los altares,
veinte
siglos de historia marcan el penoso cargamento,
vidas
consagradas entregadas a los anales de la Iglesia,
ruegos
y clemencias negligentes, diferencian el camino.
Paliativos
creados por la intransigencia humana,
son
flagelos que reprimen el encuentro verdadero,
la
unión entre el Dios Vivo que mora en sus criaturas,
inspiración
inextinguible de Fe y Caridad infinitas.
Piedras
al rojo en confluencia con el Universo,
avatares
que conducen al despertar genuino,
candil
que se enciende en llama interminable.
alimento
exquisito que fortalece y renueva,
transición
de mis sueños, realidad en la partida.
© Marinés
MH de S
Mayo, 2014