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sábado, 14 de diciembre de 2013

Corazón Errante

 En una playa remota y lejana,
entre el murmullo de la brisa
y el heroico canto de las olas,
mi voluntad se perdió ilusa
ante tu falaz promesa.
Y mi tierno corazón sangrante,
lloraba de amor día y noche,
 hasta que la tibieza del crepúsculo,
me mantuvo en pie serena,
de cara frente al horizonte.
Tu rostro se fue borrando,
en el mar de mis ensueños,
donde la quimera y el olvido
se confunden en el tiempo,
con el cadencioso cántico
de ballenas y sirenas solitarias.
Hoy no significas nada más
que la sombra trashumante,
el desvarío extraviado
de un alma de corazón errante.


Marinés MH de S.


https://www.youtube.com/watch?v=JAamcek6Zmg

Quién podría decir que alguna vez en su vida no haya gozado de un amor de temporada. Generalmente en nuestra adolescencia, cuando contamos con las hormonas vertidas en el torrente sanguíneo a la máxima expresión, es que solemos enamorarnos de la primera persona que nos guiña el ojo. Conforme pasen los años y nuestra vida emocional vaya madurando, sentiremos la necesidad de desarrollar relaciones más estables, que en su mayoría conllevan a la decisión de vivir en pareja. Sin embargo, existen almas que vagan por el mundo, sin echar raíces emocionales y optan por una aptitud inmadura que les permita mantener las hormonas en la cúspide y se la pasan volando como el picaflor, saboreando el néctar de diferentes personas, ya se trate de uno u otro género.
Si bien es cierto, cada ser humano está en la libertad de elegir el tipo de vida que le plazca, no puede ir afectando sentimientos ajenos. Lo más consciente es evitar causar daños emocionales a la otra persona y ser auténticos desde un principio. Recordemos que somos seres de energía y nos desenvolvemos en una confluencia de energía universal. No podemos causar daño sin que ese daño nos sea revertido luego a nosotros.