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lunes, 22 de abril de 2013

El Planeta en que vivimos


Recordando el Día Mundial de la Tierra, comparto un breve fragmento de la novela "Mariposas en el Convento" que expone a partir del testimonio de la astronauta Valentina Tereshkova una reflexión sobre nuestra presencia en el universo.

... Pero lo que más nos sorprendió fue cuando Amada enunció las palabras de Valentina Tereshkova y a partir de éstas, dio un vuelco total a la historia:
- "Ustedes no pueden imaginar lo maravilloso que es estar en el espacio. Cualquiera que ve la tierra desde allá arriba, no puede dejar de amarla, reverenciarla y sentir que este planeta es nuestro hogar".

"Bellas palabras pronunciadas por una persona que no profesa religión alguna y sin embargo, cuando las escuchamos no podemos dejar de sentir la magnificencia de la obra de nuestro Creador.
Tal vez muchas personas que se declaran no creyentes, lo sean sin darse cuenta, lo que pasa es que están ciegas espiritualmente. Pero ello no impide que Dios actúe en sus criaturas cuando su corazón es puro y abnegado.
La experiencia vivida por los astronautas en el espacio, nos hace pensar en lo insignificantes que somos ante la obra del universo y sin embargo nos creemos muchas veces todopoderosos, dueños de la verdad y capaces de demostrar nuestra superioridad cueste lo que cueste. No podemos seguir perdiendo el tiempo en dar valor a lo pasajero, buscando reconocimiento personal para inflar nuestro ego, jugando a ser dioses en un mundo terrenal, avasallando, pisoteando, maltratando y hasta injuriando a quien creemos nuestro adversario; cuando en realidad, un día nos llegará la hora de partir de este mundo y ya no seremos nada más, que una pizca infinitamente pequeña en el inconmensurable universo.
Lo realmente importante es el valor espiritual del ser humano, sólo de esa manera seremos capaces de trascender.

Tal vez vengan tiempos nuevos, tal vez algún día los seres humanos dejemos de vivir divididos por nuestras diferencia y todos nos avoquemos a buscar lo que nos une, lo que nos identifica como una sola raza, y logremos finalmente vivir en paz, construyendo un mundo mejor y conservando a felicidad en nuestro pequeño hogar".
Cuando terminé de leer el artículo que escribió Amada empecé a sentir de manera diferente, ya no me importaba si los americanos habían ganado la carrera espacial, o si ello significaba un triunfo para el capitalismo; en ese momento sentí que debíamos cambiar el mundo pero empezando por cambiar cada uno de nosotros, librarnos de mezquindades, dejar de pensar en nosotros mismos y buscar hacer el bien a los demás.
Tal vez, como dijo Amada, los tiempos cambien y algún día: la esperanza de un mundo libre de guerras y maldad aflores más cercana a la realidad.